El ser arquitecto no es solo una profesión, es una forma de sentir, de vivir, de observar el mundo que te rodea desde otra perspectiva.

Hablamos de que el ojo de un arquitecto está entrenado para que, casi de forma automática, calcule espacios, mida distancias, poniendo a funcionar esa parte del cerebro que recrea mentalmente los distintos proyectos que tendrían cabida en un espacio determinado. Y no hablamos solo de construcciones desde cero, hablamos de espacios ya construidos, susceptibles de reformas, siempre buscando la mejora para la calidad de vida del inquilino.

A estas características innatas del arquitecto hay que incorporar las experiencias vitales de nuestra profesión, tan unida al trato personal. Trabajamos para crear espacios personalizados para cada cliente, espacios que van a llamar hogar y que serán pilar fundamental para el desarrollo de su vida.
Y es que viendo el caos en el que vivimos últimamente, prisas, trabajo, estrés, cada vez son más los usuarios que nos demandan un espacio íntimo, un refugio que aporte estabilidad y tranquilidad a sus vidas.

¿ Cómo podemos atender sus demandas? ¿Es posible que la arquitectura y la decoración tengan influencia en el bienestar personal?

Rotundamente sí. Así lo afirmaban los Taoistas hace más de 5000 años con su doctrina del Feng-Shui, cuando proclamaron que la estética, la forma en las que disponemos los objetos o la distribución de los espacios tiene relación directa con el flujo de energía que nos rodea y que afecta a nuestro modo de vida.

De hecho hoy en día hay estudios que indican que el orden y la armonía en nuestro hogar es fuente de bienestar tanto físico como psicológico. Pero el problema es que no prestamos la suficiente atención. Tendemos a acumular, nuestra mirada se acostumbra a objetos que realmente no nos aportan nada o que simplemente han dejado de cumplir su función. No nos paramos a pensar cómo mejoraría nuestra vida hogareña si reubicáramos objetos y rediseñamos espacios.

Por este motivo creemos que es de vital importancia adaptar la filosofía del Feng-Shui a la arquitectura y la decoración para así poder establecer un diálogo entre nosotros y nuestro entorno. Nuestras actividades deben ir en armonía con los espacios en los que nos desenvolvemos. Si nos sentimos a gusto, si dejamos que nuestra energía fluya como debe, esto se verá reflejado en nuestro bienestar mental y por consiguiente mejorará también la salud de nuestro cuerpo. Detalles de decoración, una disposición más eficiente o una buena iluminación son ejemplos sencillos de cómo mejorar sustancialmente cualquier espacio.

Y es que muchas veces olvidamos el papel que una casa juega en nuestras vidas. Nuestra casa, nuestro hogar, debe ser un sitio donde deseamos pasar nuestro tiempo, un sitio en el que debemos invertir, porque al fin y al cabo, es donde debemos estar más a gusto, donde debemos encontrarnos a nosotros mismos.

 

Fuentes
www.arquitecturaydiseno.es

www.arquinetpolis.com